miércoles, 13 de abril de 2011


MILICIAS ESCOLARES
Jesús Elorza

María la del barrio, conversa animadamente con sus amigas en la bodeguita de su sector. Estoy asombrada, les dice, con los avances que ha tenido mi hijo en su conducta diaria, desde que impusieron el Plan Integral de Educacion Militar en todo el sistema educativo venezolano. Ahora, se levanta todos los días a las 5am para hacer ejercicios físicos e izar la Bandera Nacional. Antes de salir de la casa, deja su cuarto arreglado y la cama tendida. Cuando le pido algo, me responde “ordena madre, estoy aquí para obedecerte”….que bello es mi hijo.
Pero, de un tiempo para acá, mi asombro se ha ido transformando en una progresiva preocupación. Primero fue cuando le cambiaron su uniforme escolar de franelita blanca y pantalón azul, por uno verde oliva, con botas y gorrita militar. Su lunchera se la cambiaron por un morral y una cantimplora. Ahora después de izar la Bandera, saluda con su mano en alto y al frente un afiche del Comandante presidente que tiene en el cuarto y a todo pulmón grita “Quiero ser como tú, Patria-Socialismo o Muerte”.
Casi me desmaye, cuando un día lo vi. llegar a la casa con un fusil AK-47 más grande que él. ¿Qué es eso, hijo? Me respondió, que era el arma revolucionaria que le habían asignado para defender la Patria de los contrarrevolucionarios escuálidos conspiradores y de la invasión de los Marines Imperialistas.
 Al borde de un infarto, por ese comportamiento y lenguaje guerrerista opte por cambiarle el tema y le dije: como vas en matemáticas, biología y castellano.
Con arrogancia y soberbia, me respondió que esas eran materias de la IV Republica, que ahora solo estudiamos Ciencias Militares, El Arte de la Guerra y el Pensamiento de Chávez. Mamá, tan profundo es el cambio curricular, que las actividades con plastilina del Pre-escolar fueron sustituidas por el manejo de explosivos plásticos C-4.
Amigas, lo más grave, fue cuando presencie una redada en el barrio dirigida por las Milicias Escolares. Mi hijo, comandando un pelotón, arremetió con una brutal represión contra sus amigos por el solo hecho de ellos oponerse al servicio militar revolucionario. Después de golpearlos los hicieron presos y hasta el sol de hoy no hemos vuelto a verlos.
Con una sonrisa macabra dibujada en su rostro, mi hijo, se limita a decirme que los enviaron al Centro de Re-educación Revolucionaria “Polt-Pot” ubicado en el Estado Bolívar y Sucre. Ay mi Dios, me dije a mi misma, creo que han reactivado los Campos de Concentración de Guasina y El Dorado.
Un día, estando de visita mi hermano, comenzamos a hablar sobre la situación política del país, la inseguridad, el desempleo y la inflación. Mi hijo, que nos escuchaba, se enfureció y comenzó a acusarnos de conspiradores y golpistas. Cuando le reclame que nos respetara, se fue de la casa. Pero, al cabo de un rato, regresó con un escuadrón de policías y allano mi hogar que también es el suyo.
Fui detenida y en los calabozos del organismo de seguridad nacional ¡Mi propio hijo, comenzó a torturarme! colocándome una bolsa plástica en la cabeza para ahogarme, mientras me preguntaba donde estaban las armas con las que pretendíamos asesinar a su Presidente.
Bañada en sudor, me desperté y me di cuenta que todo fue una horrible pesadilla. Me levante, vi a mi hijo durmiendo tranquilamente en su cuarto y me fui a la cocina a prepararme un guarapito de Tilo para calmar mis nervios, cuando de pronto escuche en la radio una cadena nacional del Ministro de la Defensa anunciando la Resolución de su despacho que hace obligatoria la Instrucción Militar desde el Pre-escolar y que las Milicias Bolivarianas serian las encargadas del adoctrinamiento de los niños y jóvenes en las escuelas.
De inmediato, salí a la calle a buscar a mis compañeras del barrio que  también habían oído  la noticia y por unanimidad decidimos constituir El Comité de Lucha por una educación en Libertad y Democracia.





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