K I K I R I K I
Jesús Elorza
El miliciano Pedro, de regreso a su guardia en el Palacio de Miraflores se consiguió con el hecho de la detención del camarada Juan. Al visitarlo en su calabozo, le pregunto ¿Qué pasó, pana? Y este con cara de no haber dormido por varios días, producto de los intensos interrogatorios a los cuales lo habían sometido, le dijo que: el fin de semana, el Presidente a su regreso de Cuba, se trasladó del aeropuerto al Palacio y se dirigió directamente al corral que tiene en el patio, sorprendiéndome dormido en su chinchorro.
Con su vozarrón característico, me gritó “soldado levántese y tráigame mis gallos” Previendo, la tragedia que se me venia encima, me quise hacer el gracioso y le dije: Mi Comandante, Jaua se encuentra en su despacho y Maduro en New York en la Asamblea de la ONU.
Un señor vestido totalmente de blanco, que para mis adrentos pensé en que era enfermero o chichero, le comento al Presidente “este soldado como que es medio jodedor”. En seguida, nuestro amado Líder repitió la orden: Tráeme mis gallos ya”
Bueno, mi pana, aquí me jodí. Por que yo había preparado esos gallos para llevarlos al palenque clandestino que hay en el barrio donde vivo y echarlos a pelear para ver si me ganaba unos churupitos extras. El sueldo de la milicia popular, ya no me alcanza.
Todos los días entrenaba a esos animales, los desparasite, los esperille (cortarle la cresta), les di papelón con sábila y los bañaba con buches de ron para prepárarlos para el combate. Les afeite la pechuga, el lomo, los muslos y les coloque espuelas artificiales chinas para darle una pinta de gladiadores. El viernes los saque del Palacio, diciéndoles a los guardias que los llevaba de paseo a los Próceres para que vieran a unas gallinas que los habían invitado.
Cuando llegue al barrio, la Gallera estaba hasta los tequeteques. Todos se sorprendieron al verme llegar con un Marañon y un Zambo. Las apuestas se volvieron frenéticas y pensé que había resuelto mis problemas económicos. Esta pelea no la pierdo ni de vaina, aposte lo que tenia y lo que no tenia también. La ilusión me duro poco. Al marañón, que mi Presidente lo llamaba Fidel lo mataron en el primer lance y allí comenzó la jodedera, todos se burlaban y me decían: agarra tu gallo muerto, cagalitroso y viejo.
El zambo de nombre Hugo, resulto pataruco y corralón. Fue el hazme reír de todos. No me mataron al cobrar las apuestas por que al verme con los gallos muertos en las manos se echaban a reír hasta que se les salían las lágrimas. Me quitaron el armamento que llevaba y la cartera.
Cuando el Presidente se enteró ordeno mi arresto y el hombre de blanco que ahora me entero era un Palero cubano, le manifestó que la Macumba prevista no se podía realizar sin la presencia de los gallos y empezó a rezar en un lenguaje que yo no entendía “Oba kosó kisi ekó akama sía okuni buburu buburuku ki ton lo oguo oba chocotó ka`guó cabo si illé”. Le dijo al Presidente que estaba todo compungido, esta es una oración para pedirle disculpa a Changó por haberlo convocado y no cumplirle con el ritual. También, le dijo que BABALU-AYE, el Orishá que cura las más terribles enfermedades se encontraba molesto por la suspensión del acto.
Aterrorizado, el Líder Único se desmayo y fue llevado de urgencia al Hospital Militar, a la mañana siguiente se despertó sobresaltado al escuchar a lo lejos el Kikiriki de un gallo….y desesperado grito agarrenlo, agarrenlo….la enfermera lo volvió a sedar.
Al final del esotérico cuento, Pedro pensó en ir a buscar unos gallos y unos tabacos al cerro de María Lionza para ver si dejaban en libertad a su pana.
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