ESTADO DE CONMOCIÓN
Jesús Elorza
Qué
sentido tiene el decreto de Maduro, de “Estado de Conmoción” si el país vive
desde hace más de 20 años una emergencia humanitaria compleja,
caracterizada por: la pobreza crítica del 80% de la población, la diáspora de
más de 8 millones de personas, represión sangrienta de las personas o grupos opositores
al régimen, crisis educativa, hospitales en crisis, pacientes condenados a
muerte por carecer de seguros HCM, salarios y contratos congelados, violación
de los derechos humanos, hiperinflación, miles de presos políticos, fraude
electoral y usurpación de poderes. El quiebre de las estructuras jurídicas,
institucionales y administrativas del Estado se refleja en daños generalizados
a la sociedad y en la pérdida de capacidades para prestar asistencia y
protección a la población, como producto de un sistemático incumplimiento de
garantías en materia de derechos económicos, sociales y culturales, generando
un cuadro de múltiples y masivas violaciones a los derechos humanos.
En la opinión
generalizada, de muchos venezolanos, el decreto de Estado de Conmoción, en este
contexto, tiene el propósito de formalizar y legalizar un control de facto
que ya se ejerce, desde hace mucho, sobre la población.
El principal sentido de
declarar un Estado de Conmoción o Excepción en estas condiciones no es mitigar
la crisis humanitaria, sino:
1. Centralizar y Aumentar
el Control Político y Militar
El decreto otorga al
Ejecutivo Nacional poderes extraordinarios que van más allá de la ley
ordinaria. Esto le permite:
- Restricción de Garantías:
Suspender o limitar derechos constitucionales clave, como la libre
expresión, el derecho de reunión y manifestación, y la inviolabilidad del
domicilio. Esto es crucial para reprimir cualquier foco de descontento
social o protesta cívica que pueda surgir de la propia crisis.
- Fortalecimiento del Control
Territorial: Permite la movilización de la Fuerza
Armada Nacional Bolivariana (FANB) y otros cuerpos de seguridad para
tareas de orden público o vigilancia, intensificando la presencia militar
en la vida civil.
- Discrecionalidad en el Gasto:
Otorga al Gobierno la potestad de manejar recursos y presupuestos de
manera directa y sin el control riguroso de los órganos competentes, lo
que puede ser utilizado para fines clientelares o militares.
2. Desviar el Foco de la
Crisis Real
Al declarar una
"conmoción" o una "amenaza externa" como la causa del
decreto, el gobierno busca desviar la atención de los problemas estructurales
que son responsabilidad directa de su gestión:
- Externalización de Culpa:
Se utiliza la figura del "enemigo externo" o la "amenaza a
la soberanía" para justificar la crisis humanitaria y económica
(pobreza, hiperinflación, salarios de hambre). En lugar de asumir la
culpa, se culpa a un tercero, manteniendo la narrativa de que el país está
bajo "ataque".
- Justificación de la Represión:
La represión de opositores y disidentes (que ya es una característica del
regímen, evidenciada en los miles de presos políticos) obtiene un barniz
de legalidad al ser ejecutada bajo un estado de excepción formal.
3. Evitar el
Reconocimiento de la Emergencia Humanitaria
Paradójicamente, la
declaratoria de "Estado de Conmoción" funciona como una herramienta
para evitar la necesidad de declarar o reconocer la Emergencia Humanitaria
Compleja en los términos que la describen las organizaciones
internacionales.
- Si se admitiera la Emergencia
Humanitaria, se abriría la puerta a una mayor intervención y monitoreo
internacional, así como a la exigencia de ayuda humanitaria
coordinada, algo que el gobierno ha resistido sistemáticamente.
- El Estado de Conmoción, en cambio,
permite al gobierno mantener el control total sobre la narrativa de la
crisis y sobre cualquier asistencia que pueda entrar al país.
En resumen, en un país
con una crisis educativa, diáspora, pobreza crítica, violación de los
Derechos Humanos, fraude electoral y usurpación de poderes, la declaración
de un Estado de Conmoción no tiene un sentido funcional para resolver dichos
problemas. Su verdadero sentido es político y coercitivo: es un
mecanismo legal para blindar el poder existente, maximizar la capacidad de
represión y control, y desviar la responsabilidad de la catástrofe social y económica
que mantiene en conmoción a la población.
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