Navidad sin presos políticos
Jesús Elorza
Desde el mismo momento en
que fueron conocidos los resultados electorales del 28 de julio, el régimen no
ha descansado en ningún momento en aplicar una serie de medidas orientadas a
tratar de legitimar ante la opinión pública nacional e internacional que
Nicolás Maduro fue el candidato ganador, tal cual como lo proclamó el
presidente del CNE. La base del problema estriba en que, tal anuncio
gubernamental no ha podido ni podrá ser demostrado con las actas electorales
puesto que, lo contenido en las mismas dan ganador por amplio margen al
candidato de la oposición.
En su huida hacia
adelante, el gobierno mediante medidas coercitivas y represivas pretende
generar un miedo colectivo para que la población no se haga eco del triunfo
opositor. En la medida que los autoritarismos competitivos pierden la
competitividad que les permitió alcanzar y mantener el poder por la vía
electoral, se vuelven más autoritarios en el ejercicio de un control creciente
sobre la legalidad, financiamiento y actividades de los partidos políticos de
oposición y de los medios de comunicación. También, mediante la implementación
de medidas represivas orientadas hacia un mayor control de la sociedad, en
especial aquellas orientadas al establecimiento de restricciones a la creación,
financiamiento y actuación de organizaciones no gubernamentales.
Más de 1800 venezolanos
están tras las rejas y son considerados presos políticos, de acuerdo al balance
que lleva la ONG Foro Penal, registro que es avalado por la Organización de
Estados Americanos (OEA). Son, arbitrariamente y en clara violación del estado
de derecho, acusados injustamente de terrorismo, un delito que ha sido imputado
a miles de venezolanos -entre ellos decenas de adolescentes- que fueron
detenidos luego de las elecciones presidenciales del 28 de julio. El régimen
autocrático de Maduro, desató una persecución abierta, televisada y de inédita
violencia contra los manifestantes, dirigentes políticos, activistas y, por
supuesto, contra las cabezas de la dirigencia opositora. La policía y los
servicios de inteligencia están de cacería en la calle con la llamada
“Operación Tun Tun”, con la que el Estado ha desplegado una intensa propaganda
que advierte cómo las fuerzas de seguridad tocarán a las puertas de las casas
de los venezolanos para detenerlos. En su política represiva, el régimen
autocrático, habilitó como centros de detención a las cárceles de Tocorón,
Tocuyito, Yare, El Helicoide y la de Puente Ayala en Barcelona. Todos estos centros, se encuentran en
condiciones insalubres y resalta en ellos la falta de atención médica para los
prisioneros políticos que se ha traducido trágicamente en la muerte de tres
personas detenidas: Jesús Manuel Martínez, Jesús Rafael Álvarez y Osgual
González.
Se ha llegado a tal
extremo de deshumanización de los carceleros del régimen que, protagonizaron el
dantesco y criminal acto de negarle la entrega del cadáver a la familia Álvarez
sino aceptaban la cremación del cadáver. En otras palabras, pretendían entregar
solo cenizas a sus familiares. El rechazo y firmeza familiar obligó a los
carceleros a entregar el cadáver.
Pero, la política del
terror no logró silenciar a los familiares, organizaciones de la sociedad
civil, organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales y a
muchos gobiernos de diferentes países y a la Organización de las Naciones
Unidas y la Organización de Estados Americanos que, a sola voz exigían al
régimen autocrático y totalitario de Maduro el cese de su política represiva y
la inmediata excarcelación de los presos políticos.
Los familiares por su
parte se concentraron de manera permanente frente a los centros de detención
para hacer ver al mundo entero la injusta detención y exigir la libertad de los
presos políticos. Y la consigna que hoy recorre al mundo entero es “NAVIDAD SIN
PRESOS POLÍTICOS”
El régimen autócrata, tratando
de lavarse la cara represiva accedió a liberar a un pequeño número de
detenidos. Pero, al mismo tiempo, se volvió a colocar la careta represiva
poniendo en práctica “La puerta giratoria” que les garantizaba la entrada de
nuevos presos mientras otros salían.
En la calle, a diario los
familiares son acompañados por la sociedad civil en la exigencia de libertad
para los presos políticos y en la esperanza de poder estar con ellos en estas
navidades.
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