BALANCE DE UN FRACASO
Jesús Elorza
La profesión docente en
todos los niveles desde la escuela básica hasta la universidad ha sido golpeada
al extremo. Las escuelas, carecen de los elementos básicos para fungir como
tales, con maestros y estudiantes acosados por la hambruna, en medio de la
destrucción y deterioro de sus aulas, laboratorios, jardines. Sabemos
que más del 80% de las escuelas carecen de servicios sanitarios, sin agua,
con electricidad intermitente y sin maestros. La peor circunstancia ha sido el
quebranto de la noble profesión docente en todos los niveles, en
contracorriente con uno de los aspectos que más cuidan las sociedades que hoy
cosechan frutos por la calidad de la educación y el reconocimiento del valor de
sus maestros. Al régimen no le preocupan las miserables condiciones
laborales de los maestros, su virtual desaparición y su inexistencia en
Venezuela, 166.338 docentes dejaron las aulas entre 2018 y 2021. Se estima
que 59% desertó por los bajos salarios y las pobres condiciones laborales. El
resto migró. El salario de un maestro titulado que inicia su carrera perdió el 95,9% de su valor en los últimos 24
años y con ello las oportunidades para avanzar en sus tareas profesionales.
El régimen de Maduro, en
su política de destrucción del sistema educativo reemplaza a los maestros
mediante la puesta en marcha de la “Gran Misión Chamba Juvenil” sustituyendo docentes
graduados por personal sin calificación para ejercer ese importante oficio,
reemplazan al docente titulado por grupos descalificados para ejercer esta
noble tarea, privando así al educando de recibir la formación que les
corresponde.
La ley de Chamba Juvenil
pretende sustituir al maestro, tiene un claro fin político ideológico de
control social desconectado de la verdadera misión de un Estado responsable,
cual sería brindar las oportunidades para que la juventud desarrolle
capacidades para hacer y ser mejores seres humanos como expediente necesario
para ingresar al mercado de trabajo como sujeto activo.
No cabe ninguna duda al
señalar que el balance educativo 2023 del régimen de Maduro es un fracaso de
graves y nefastas consecuencias. Un trabajo de investigación de la Universidad
Católica Andrés Bello señala los siguientes indicadores:
-El 25% de los
maestros y el 15% de los estudiantes de los niveles básico y medio abandonaron
las aulas en los últimos tres años. Además, 85% de los planteles no
cuentan con Internet; 69% tiene carencias agudas en el servicio eléctrico, y
45% carecen de acceso al agua. Los jóvenes venezolanos
ven limitadas sus posibilidades de estudiar por diversos factores
derivados de la crisis del país. Entre la población de 3 y 17 años se redujo la
cobertura educativa nacional después de la crisis pos pandémica, según
la última encuesta
Encovi, en casi 1 millón de niños y jóvenes.
–Solo acceden a la
educación el 23%de los venezolanos que viven en pobreza extrema. Y que
“sólo 25% de los jóvenes entre 18 y 24 años en Venezuela tienen acceso a
la educación en centros privados”, por lo que ha disminuido en gran medida las
matrículas a nivel nacional.
-El acentuado deterioro
de la calidad educativa está asociado con el retiro de una gran cantidad de
docentes. Se estima que más de 50% se ha retirado del sistema por los
insignificantes y miserables salarios, el adoctrinamiento impuesto en los
contenidos educativos y las represalias a la que están sometidos si los
cuestionan. El salario docente se encuentra por debajo del umbral de la pobreza.
Estos indicadores, de
manera objetiva nos señalan que, la ausencia de horizonte, provocada por la imposibilidad de los jóvenes de conseguir un trabajo mínimamente
estable, con un sueldo decente, y de acceder por tanto a una
vivienda digna, conduce a variedades de desánimo colectivo que se traducen, por
poner otro ejemplo, en el final de la tradicional “movilidad social” que
producía la educación.
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