Cogollo olímpico
Jesús Elorza
El pasado jueves 20 de marzo, la ministra de Deportes de Zimbabue, Kirsty Coventry, fue elegida como nueva presidenta del Comité Olímpico Internacional (COI). La exnadadora de 41 años, ganadora de dos medallas de oro olímpicas, sustituye al alemán Thomas Bach –que ocupaba el cargo desde 2013 y se convierte en la primera mujer, la primera africana y la persona más joven en ocupar el cargo.
En la primera ronda de la votación Coventry obtuvo 49 votos que representaban la mayoría absoluta para ser declarada como nueva presidenta del COI. Tras la excampeona olímpica finalizó segundo el español Juan Antonio Samaranch Junior con 28 votos, muy por delante de Sebastian Coe, con 8 apoyos. En un plano mucho más residual, la votación se completó con 4 votos para David Lappartient y el japonés Watanabe, y dos para Johan Eliasch y el príncipe Hussein.
Conocidos los resultados electorales, muchas personas vinculadas mundo deportivo y muchas otras personas de diferentes sectores sociales, se preguntaban sobre el mecanismo electoral, ya que no lograban entender como la votación quedaba limitada a 97 personas cuando, en el mundo, están registrados oficialmente ¡¡¡205 Comités Olímpicos Nacionales (CON)!!1… ¿Por qué fueron excluidos?
Algunos especialistas en esa materia, trataban de explicar el mecanismo electoral del COI y señalaban que: entre los 109 votantes del exclusivo club del COI se encuentran miembros de familias reales, incluido el Emir de Qatar, exlegisladores y diplomáticos, líderes empresariales, incluidos multimillonarios, atletas olímpicos actuales y pasados, además de la actriz ganadora del Oscar, Michelle Yeoh y uno de los requisitos es que, solo los miembros del selecto grupo pueden postular candidatos, lo que excluye automáticamente a los 205 CON. En ese sistema de cooptación, el proceso de selección o reclutamiento de nuevos miembros se hace por nominación interna, por lo que sus miembros nuevos son nominados por los miembros antiguos, sin dependencia de criterios externos. Lo más aberrante es que la persona seleccionada para ser miembro del COI ¡¡¡representa al COI en su país, mas no a su país en el COI!!!
En otras palabras, ese proceso de elección es cogollerico y negador de la democracia electoral. Lo contrario y valedero sería que cada Comité Olímpico Nacional representase un voto. Entonces la base electoral estaría conformada por 205 personas con derecho a voto y no un cogollo de 109 que se nombran entre ellos mismos y permanecen en el poder hasta los 75 años de edad.
Lo otro, que llama la atención es que uno de los símbolos contemporáneos en el COI es la democratización y la apertura a la diversidad, mientras que la recién electa presidenta no representa el respeto a la democracia y los derechos humanos, ya que, en Zimbabue, país en el que hasta ahora la presidenta olímpica es ministra de Juventud y Deportes, no se respetan estos valores. Uno de los defectos del COI, es que es una burbuja idealista en el mundo, muchas veces ciega ante sus horrores, bajo el lema sagrado de la neutralidad política del deporte. La contradicción la subrayan figuras de la oposición en Zimbabue, que recuerdan cómo el sanguinario dictador Robert Mugabe, la adulaba cuando volvía al país con sus oros olímpicos, en los años 2004 y 2008, denominándola la «chica de oro» de Zimbabue, agasajándola y recompensándola generosamente.
Después de que el ejército depusiera a Mugabe en noviembre de 2017 e instalara a Emmerson Mnangagwa, ella rápidamente le envió un tuit dándole la bienvenida al nuevo dictador. Menos de un año después, en septiembre de 2018, se unió a su gabinete como ministra de Juventud, Deporte, Arte y Recreación. Esto fue inmediatamente después de unas elecciones disputadas, que Mnangagwa amañó en medio de una sangrienta represión. “Su elección es una victoria para el brutal régimen del que se ha convertido en su cara amable”, señala la Fundación de Derechos Humanos (HRF), organización basada en Nueva York, reflejando la habitual manipulación por las dictaduras de los éxitos de los ciudadanos. “Su pobre desempeño como ministra de Deportes de Zimbabue y su inclinación hacia el papel de rostro amable del brutal régimen de Zimbabue, deberían descalificarla para dirigir los Juegos Olímpicos”.
Finalmente, los atletas, entrenadores y dirigentes reclaman a los Comités Olímpicos Nacionales que dejen de ser comparsa del cogollo olímpico y de los gobiernos de turno en sus países, limitados solo a aplaudir y obedecer sus decisiones y que ocupen su puesto como representantes de los deportistas y no de instancias que solo tienen como objetivo perpetuarse en el poder. Ya hemos visto como en Cuba, China, Rusia, Corea del Norte, Bielorrusia y Venezuela los Comités Olímpicos se convierten en una expresión política de regímenes totalitarios.