Servilleta mata acta
Jesús Elorza
Un grupo de estudiantes
del curso de ciencias políticas en la UCV, le preguntan a su profesor sobre el
origen y desarrollo de los fraudes electorales en el país. Querían, ampliar sus
conocimientos sobre la materia ya que, el 28 de julio 2005 se cumplió un año
del triunfo de Edmundo González Urrutia en las elecciones presidenciales y en
la calle nuevamente todas las conversaciones giraban en torno al fraude
electoral que desconoció los resultados del proceso.
Con mucho gusto quiero
atender sus peticiones. En primer lugar, déjenme hacerles un breve recorrido
histórico sobre los fraudes electorales que hemos vivido en el país. Las
primeras elecciones fueron realizadas en 1952 y tenían como finalidad la
elección de una asamblea constituyente que redactara una constitución y
nombrara el gobierno. En ella participaron el FEI, partido político del
dictador, Marcos Pérez Jiménez, URD dirigido por Jóvito Villalba y Mario
Briceño Iragorry y Copei, apoyados por los partidos clandestinos AD y PCV.
Para realizar las
elecciones se constituyó el CNE haciéndose el voto obligatorio para mayores de
21 años. Según la oposición de ese entonces, el partido URD ganó las
elecciones, pero las mismas fueron desconocidas por el FEI, nombrando a Pérez
Jiménez como presidente. Estas elecciones marcaron un punto de inflexión en el
proyecto militar de Pérez Jiménez, consolidando su poder dictatorial. Cualquier
semejanza, apreciados estudiantes, con la situación actual, no es pura
coincidencia. Posteriormente, en 1957 se realizó un plebiscito para decidir si
Pérez Jiménez continuaba en el poder, el cual fue ganado por la oposición y
nuevamente fueron desconocidos los resultados.
La primera elección
posterior a la caída de Pérez Jiménez se realizó en diciembre de 1958. La
modalidad de las votaciones fue mediante tarjetas identificadas con un color,
el nombre y el símbolo del partido político. Al votante se le entregaban dos paquetes de tarjetas, una
aproximadamente del tamaño de una tarjeta de presentación la cual servía para
la elección del presidente, y otro paquete de tarjetas más pequeñas para la
elección del congreso El votante, seleccionaba una grande y una pequeña, que
podían ser de diferente partido, pero por lo general eran del mismo. El votante
guardaba las tarjetas sobrantes El motivo de que guardara las tarjetas
sobrantes era porque los activistas políticos a la salida obligaban al elector
a entregar las tarjetas sobrantes y así saber por quién habían votado.
Esta fue una nueva modalidad para controlar la intención de voto de los
ciudadanos.
En 1972, se implantó el
tarjetón electoral, más o menos como lo conocemos hoy en día. Cada
partido político tenía derecho a dos tarjetas dentro del tarjetón, una grande y
una pequeña. Para marcar el voto se usaba un sello húmedo que se estampaba
sobre las tarjetas respectivas a voluntad del elector. De esta manera se
eliminaba la coacción que se hizo en las elecciones anteriores. Pero, se
presentó una nueva manera de fraude al eliminar intencionadamente las actas de
aquellas urnas donde perdiera el partido gobernante. De allí, surgió la célebre
frase de “acta mata voto”.
Inquietos, los
estudiantes insistieron en que, comentara las elecciones del 28 de julio del
año pasado.
Bueno, déjenme
explicarles: En Venezuela, el sistema electoral es automatizado,
pero la transparencia final recae en el escrutinio manual y la transcripción
de los resultados en el Acta de Escrutinio y Totalización (o Acta de
Transmisión). Cada máquina de votación imprime un comprobante de votación,
y al finalizar la jornada, se imprime un acta que resume los votos emitidos en
esa mesa para cada candidato. Esta acta debe ser firmada por los miembros de
mesa y los testigos de los partidos políticos presentes. Una copia de esta acta
es entregada a los testigos.
El anuncio de los
resultados por parte de Elvis Amoroso, presidente del Consejo Nacional
Electoral (CNE) de Venezuela, leyendo
unos números en una hoja similar a una servilleta, fue un momento clave y
altamente controvertido, que generó una fuerte reacción tanto dentro como fuera
del país. El anuncio de los resultados se demoró considerablemente, generando
una gran tensión y especulación durante la noche del 28 de julio y la madrugada
del 29 de julio. Las proyecciones de la oposición y la percepción general de
una alta participación y un voto masivo a favor de Edmundo González Urrutia. Este
retraso alimentó las sospechas de manipulación. La información central fue la
declaración de Nicolás Maduro como el ganador de las elecciones presidenciales,
con una "tendencia irreversible".
Cifras de Votación
(Primer Boletín - 80% de transmisión):
Nicolás Maduro:
5.150.92 votos (51.20% del total).
Edmundo González Urrutia:
4.445.978 votos (44.2% del total).
Otros candidatos:
462.704 votos (4.6% del total).
Amoroso
afirmó que el resultado mesa por mesa estarían disponibles en la página web del
CNE en las próximas horas, "tal como históricamente se ha hecho". También,
prometió la entrega de los resultados en CD a las organizaciones con fines
políticos. Sin embargo, la publicación completa y accesible de las actas de
escrutinio por parte del CNE ha sido y sigue siendo una de las principales
demandas y críticas de la oposición y observadores internacionales, quienes
aseguran que esta promesa no se cumplió, impidiendo una auditoría
independiente.
El anuncio de Amoroso fue
recibido con incredulidad y rechazo por la oposición venezolana, que
inmediatamente denunció un fraude masivo y la manipulación de los resultados,
presentando sus propias actas que mostraban una victoria contundente de Edmundo
González. Gobiernos de varios países y organizaciones internacionales
expresaron su preocupación y no reconocieron la legitimidad de los resultados
anunciados por el CNE.
Entonces, estimado
profesor podemos decir que de ese proceso electoral del 28 de julio quedo
plasmado un nuevo calificativo para los fraudes electorales “Servilleta mata
acta”
No hay comentarios:
Publicar un comentario